La exótica perla de Tahití, más comúnmente conocida como perla negra, cuenta con un reconocimiento oficial de autenticidad gracias al color tornasolado oscuro tan particular que solo se forma en los Mares del Sur.
Antiguamente suponía un símbolo de pureza y virtud, altamente apreciadas en Oriente Medio y Asia al tratarse de una de las primeras joyas que el hombre utilizo para ornamentar su cuerpo.
En 1961 se originó la primera perla negra en una laguna de la isla de Bora-Bora empleando las técnicas de injerto originarias de Japón. Gracias a este primer experimento, el resultado fue 100% satisfactorio, por lo que se decidió extender esta técnica para obtener perlas de las ostras, a varias islas del archipiélago de Tuamotu, al noreste de Tahití.
A finales de los ’70, la perla de Tahití obtiene la denominación de origen por parte del Instituto Gemológico de América, además de otorgarle el reconocimiento del mayor organismo relativo a la joyería y orfebrería, de manera que, la perla de Tahití hoy día, supone un icono único de las islas y es una joya muy codiciada a nivel internacional.